Una coproducción entre Italia, Francia y Alemania que nos permite reencontrarnos con el maestro Bellocchio, quien mantiene intacto su pulso estético-narrativo a los 84 años, con la reconstrucción de una intensa y dramática historia real, político-religiosa, que en su momento causara gran polémica en Italia.

El asunto transcurre en Bolonia, a mediados del SXIX, durante el papado de Pío IX, cuando la Inquisición mantenía aún su influencia, reflejada en el ilimitado poder de la Iglesia. Poder que a su vez se extendía como tentáculos por todos los territorios italianos, dominados durante siglos por el papado de turno. Una época que llegaba a su fin, con la imparable rebelión del pueblo.

Protagonistas de este vigoroso relato es la familia Mortara, todos judíos, padres de nueve hijos. Sin que los progenitores lo supieran, una sirvienta que estaba al cuidado de los menores, bautiza a Edgardo, gravemente enfermo. Años después, la iglesia, bajo el papado de Pío IX se entera y ordena el secuestro del niño para ser educado bajo la fe católica.

El relato de Bellocchio, dramático, de una rigurosa puesta en escena y sostenido ritmo que no da respiro, muestra la larga lucha de los padres para rescatarlo, al mismo tiempo que se pronuncia fuertemente crítico a la Iglesia católica, exponiendo su fanatismo y abuso de poder. Notables la reconstrucción de época, la fotografía de interiores, el desempeño de los intérpretes e increíble representación de Enea Sala como Edgardo niño.

Marco Bellocchio, uno de los más grandes directores italianos vivos; como Pasolini, ateo confeso, demuestra una vez más continuar seducido por el fenómeno religioso, el fanatismo y el poder.

Elpidio Blas