Por Alberto Sánchez
Saturnalia: el verdadero origen de la navidad

Cuando era niño, ni bien arrancaba diciembre me invadía una excitación enorme y al llegar el día 8, armar el arbolito significaba una fiesta. Los días por venir brillaban porque uno iba eligiendo qué pedirle al Niño Dios para la Nochebuena.
En mi familia se hablaba del Niño Dios. Mis primos porteños, obviamente atravesados por las publicidades estadounidenses, aguardaban a Papá Noel. Y los menos, soñaban con espiar a Santa Claus.
Cerca de las 12 de la noche, padres, tíos y parientes mayores nos llevaban a la calle a tirar cuetes tipo fósforo –había que rasparlos en la caja- encender estrellitas y algunas cañitas voladoras. La pirotecnia más linda la constituían los rompeportones porque su detonación era fortísima.
Hasta que alguna madre salía a la vereda gritando pasó el niñito Dios, pasó el niñito Dios y, enloquecidos de contentos, corríamos a abrir los regalos. No mucho tiempo después, un compañerito del colegio impiadosamente nos avivó a los ingenuos revelando con tono canchero que ni el niñito, ni papá Noel, ni Santa Claus tenían algo que ver con los obsequios, sino que eran los padres los autores del hecho.
Pasaron los años y yo, ahora en la categoría de adulto mayor, repetí la historia con mis hijos y nietos, vivenciando la misma emoción que cuando tenía 10 años.
Hace algunos días me puse a hurgar en la historia para comprobar qué antigüedad registra toda esta ceremonia de celebración familiar y me enteré que su origen, al parecer, responde a otros factores históricos que involucran al poderoso Imperio Romano, a ritos paganos y poco tiene que ver con el hecho fundamental: el nacimiento del niño Jesús. La información la recogí en National Geographic.
Todos sabemos que se lo conmemora el 25 de diciembre, pero se desconoce la fecha exacta. Si nos guiamos por algunos fragmentos de los Santos Evangelios, ha llevado a conjeturar a los historiadores que Jesucristo pudo haber nacido en abril o mayo. Otros, en cambio, sostienen que ocurrió en septiembre u octubre.
Diferencias
La historia además diferencia la Navidad pagana y la Navidad cristiana. Por caso, en 1990 el gobierno comunal de Solon (Ohio) eliminó todas las representaciones de la Navidad en cualquier ámbito escolar por evaluar que era una práctica en contra del Estado laico, es decir, no respetaba la separación entre Iglesia y Estado.
Pero perdió la batalla porque la gente se opuso a que sus hijos no pudiesen celebrar la Navidad en el colegio, defendiendo que esa práctica era un acto secular y formaba parte de todas las culturas del mundo. A pesar de la derrota, el municipio sí logró que se suprimieran las oraciones y lectura de la biblia asociadas a la conmemoración.
La primera vez que podemos oír hablar de las navidades celebradas el 25 de diciembre (tal y como lo conocemos hoy) surgió casi dos siglos después del nacimiento de Cristo. Hasta allí, se celebraban en torno a la figura de Saturno, que los romanos implantaron.
Ellos celebraban la Saturnalia, festival que representaba el solsticio de invierno. Durante esta fiesta se alborotaban y por ello, los pocos cristianos que había, se oponían a estas jodas tan descontroladas.
De esta manera, se dice que la Navidad surgió para sustituir la celebración de Saturno, rey del Sol, que en inglés es sun, por lo que se tomó como el nacimiento del hijo de Dios, que en inglés es son. Más tarde, cuando la religión cristiana se impuso en todo el Imperio Romano, el rey Justiniano declaró la Navidad como fiesta cívica, aunque poco duró pues en la Edad Media se convirtió en días para beber y estar de juerga de la mañana a la noche. Cualquier similitud con nuestros días ¿es mera coincidencia?
De hecho, si miramos costumbres antiguas, puede parecer muy raro celebrar “el nacimiento de alguien”, ya que, en los primeros siglos de Iglesia Cristiana, se solía celebrar la muerte de las personas que eran importantes y no sus nacimientos.
También tenemos que observar la siguiente cita para darnos cuenta de que, en realidad, esta festividad no es aceptada en la Biblia.
“Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres” (Mateo 15:9). “La Navidad es una tradición de los hombres. Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición (Marcos 7:9).
La Saturnalia ocurría cuando el sol estaba más bajo en el cielo y, así, los días se hacían más largos. Eso simbolizaba el crecimiento. También se lo emparentaba con la agricultura porque necesita el sol para sembrar y que las cosechas crezcan.
En el resto de las civilizaciones y culturas también aparecía: en Egipto lo llamaban Vulcano, los griegos, Cronos, los babilonios Tamuz (o Nimrod cuando resucita en su hijo) y Moloc o Baal para los druidas. Para ellos, estos dioses eran Nimrod.
Cuentan que Saturno era devorador de niños pues, al ser el padre de los dioses, debía tener un carácter intachable. Según la historia, Cronos comía a sus hijos según nacían.
Si te estás preguntando por qué era necesario sacrificar a chicos para adorar a este dios, se debe simplemente a que creían al fuego como divino, que limpiaba los pecados que pasaban de generación en generación y así eliminaban estas genéticas.
Santa Claus, Papá Noel o como sea
Aunque en la edad moderna nos referimos a Santa Claus por San Nicolás, en una edad anterior, Santa era el nombre de Nimrod en Asia menor. Si lo pensamos un poco, veremos que el centro de las navidades, en todas sus etapas, siempre ha sido protagonizado por niños. En Roma, los regalos se daban a ellos y a los pobres. Santa, en el pasado Nimrod, primero comía a los chicos. Hoy les reparte juguetes.
Igualmente, también debemos analizar la figura de San Nicolás, que proviene de un personaje llamado “el alegre Nick” o “el viejo Nick”. Si nos centramos en su nombre, Nick proviene de Nikos, que significa “constructor y destructor”, mientras que “Laos” significa pueblo. Los nicolaítas (seguidores de San Nicolás) se definen entonces como “el pueblo que sigue al destructor”, que no deja de ser, una vez más, Nimrod.
El origen del rito navideño se remonta a los romanos cuando, en Saturnalia se intercambiaban presentes. Esto tampoco es una tradición cristiana: en estas fechas no ofrendamos a Dios sino a nosotros mismos, en forma de regalos, olvidando completamente a Cristo. Según la Biblia, el cumpleaños tampoco debería ser celebrado, porque estamos siendo egoístas con Dios, que hizo nacer al ser humano.
Como indica la Biblia, en el momento que los Reyes Magos le ofrecen obsequios al niño Jesús, es lo que debería ser la Navidad: una fecha para hacer ofrendas a Cristo.
Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?… Y al entrar en el humilde establo, vieron al niño con su madre María y postrándose, lo adoraron; abriendo sus tesoros, le ofrecieron oro, incienso y mirra. (Mateo 2:1-)
Según las Escrituras, no es posible que Cristo naciera el 25 de diciembre. La razón que se explica es que los judíos enviaban a sus ovejas a los desiertos cerca de la Pascua y estas volvían cuando llegaban las primeras lluvias, que comenzaban en otoño. Cuando Jesús nació las ovejas pastaban al aire libre, no había llegado octubre. Así, su nacimiento habría sucedido a finales de septiembre o principios de octubre.
Según el texto, en la misma región había pastores que estaban en el campo cuidando sus rebaños durante las vigilias de la noche (Lucas 2:8). Pero, entonces, ¿por qué asociamos el 25 de diciembre con la Navidad?
Durante la época de los romanos, ese día se celebraba el nacimiento de Mitra, el dios iraní de la Justicia. Y el 1 de enero festejaban el año nuevo decorando sus casas con luces y dando regalos a pobres y a niños. Para entonces, habían adquirido otras costumbres germánicas y celtas como el tronco navideño, los abetos y la comida. Estas costumbres eran también las propias del Festival de Navidad.
El 25 de diciembre no fue elegido para la Navidad porque fuese el nacimiento de Cristo, si no que era la mejor formar de sustituir la Saturnalia, celebración pagana que, cuando el mundo eclesiástico se impuso, debía ser totalmente exterminada.
La explicación más consistente de los historiadores es que el origen de la Navidad estuvo relacionado con una serie de decisiones tomadas por los altos mandos de la Iglesia en los siglos III y IV. Entre ellas, se considera como la más determinante, la moción del Papa Julio I en 350 para establecerla el 25 de diciembre. Esto fue decretado 4 años después por el Papa Liberio.
Una manera de imponerse sobre los tradicionales cultos paganos romanos. En diciembre se celebraba -en el gran espacio ocupado por el Imperio- el culto a Saturno, festividades que se llevaban a cabo del 17 al 23 de diciembre, los días más cortos del año y el 25 se consideraba el nacimiento del nuevo sol.
El ritual fue cambiando con los siglos. Lo que festejamos hoy es muy distante de las primeras navidades y responde principalmente a costumbres originarias del siglo XIX y a la influencia de la sociedad de consumo.
De todos modos, la verdadera historia del origen de la Navidad no debe distanciarnos de nuestras creencias personales y familiares, puesto que la esencia de estas fiestas trasciende lo histórico, reside en lo espiritual y está muy bien que así sea.
Aunque haya menos locos bajitos creyendo que es el niñito Dios, Papá Noel o Santa Claus, según los gustos, quien deja los regalos al pie del arbolito, sigue siendo la más pura de las fiestas el abrazo, a la medianoche, entre quienes conformamos la familia.