Por Alberto Sánchez

Los fantasmas del centro

La aparición de fantasmas en la Plaza Roca no es nueva. Los historiadores más prestigiosos de la ciudad, los más sensibles, suelen afirmar, en voz baja, que hay documentos antiguos al respecto. Como generan controversias, esos papeles permanecen ocultos en los archivos que todavía cobija la cúpula del palacio municipal. Los textos que pudimos ver, escritos en 1949, describen la presencia inusitada de seres pequeños transparentes, similares a duendes que, durante los meses de julio y agosto, solían presentarse en los jardines que por aquellos tiempos ocupaban el centro de la plaza.

Telediario realizó años atrás un rastreo de lo dicho y escrito al respecto. Y en tal sentido, recuerda que hay una placa fotográfica fechada en aquel agosto del ‘49.

Primer caso. Al parecer, según aclara el informe, el autor -Eleuterio Rodríguez del Barco- siempre fue reacio a explicar lo inexplicable. En primer plano, un niño rubio, sonríe desde el lomo de una vicuña, animal exótico que usaban los fotógrafos para hacer más atractiva su labor y en el fondo, entre las plantas, puede observarse una figura blanca, femenina, más exactamente, una niña.

Lo curioso de la foto, agrega, es que la figura no alcanza a corporizarse completamente, sus contornos son imprecisos, la mirada difusa y lo más subyugante, tétrico y misterioso, es que de su boca se desprenden dos colmillos bien marcados. Pruebas al canto, Telediario la vio, con Laura Pereyra, de LV16 como testigo, y asegura que la foto los conmovió en medio de risas más que nerviosas.

Las explicaciones y la opinión de expertos de la época, dan por tierra cualquier presencia extraña y adjudican el fondo, casi macabro, a una falla del negativo.

Sin embargo, Oscar Crettón, reconocido fotógrafo de Río Cuarto y con vasta experiencia en el tema, afirma que, paradójicamente, los negativos antiguos eran más confiables que los de ahora y resultaba imposible apelar a trucos para inventar “fantasmas y duendes”. Para él, las figuras eran reales, tanto como las actuales. Los fantasmas existen, sólo es cuestión de estar atentos, añade Crettón mientras lanza fogonazos entre las plantas.

Segundo caso. El genial escritor Juan Filloy, que en sus últimos años vivía en el Gran Hotel, solía caminar la plaza diariamente pero siempre evitaba el recorrido sur, el que linda con calle Buenos Aires. ¿Por qué? En ese sector, cada tanto, según afirman los taxistas, en las noches de tormenta suele verse a un hombre que corre sin rumbo, un espectro que huye de los rayos y relámpagos.

Filloy recordaba, cada vez que llovía, cuando fue testigo privilegiado, desde la ventana, de la caída de un rayo que mató instantáneamente a un individuo. El tipo orinaba debajo de un pino añoso y se dice que ese espíritu, aun hoy, no descansa en paz.

Tercer caso. Un tal Angelito, por aquellos años fotógrafo del diario La Calle y fanático del fútbol, narraba su experiencia en el año setenta y ocho: Me mandaron a la Plaza Roca, estaba repleta, la gente no paraba de festejar el primer título, éramos campeones del mundo y ese domingo usé casi siete rollos. (Doy fe porque medio año atrás ingresé a la redacción de ese matutino)

Y agrega: Me quedé hasta el final, amanecí en Xanadú. Al otro día fui a revelar el material y me encontré con que las últimas fotos, las del amanecer, eran de seres transparentes, niños abrazados que festejaban y hacían una ronda alrededor de un árbol. En realidad, yo decía que eran niños, pero con los años comprendí que eran duendes, una especie de argentinitos que se unieron a la alegría del pueblo. Por supuesto a esas fotos nunca las publicamos en el diario, dice Angelito.

Seguramente, Francisco ‘chiche’ Savino -dueño y director de La Calle- habrá evaluado que tales afirmaciones resultaban dudosas y hasta poco creíbles, lo que jugaba en contra de la credibilidad del diario.

Cuarto caso. Oscar Zoumolou, primer propietario de la confitería Calatrava, también le contó a Telediario su experiencia: yo era amigo de una de las turcas de la tienda Sol de Mayo. (El negocio, ubicado sobre calle Constitución, casi pegado a la Iglesia Catedral, fue muy conocido durante una veintena de años, tanto como sus propietarias. A propósito, si querés conocer más sobre ellas, podés leer una nota que escribí en el número 218 de esta revista)

Mabel, una de las mujeres- relata Zoumolou- siempre decía que algunas mañanas, bien temprano, podía ver a Marcelo Mastroiani sentado en un banco de la plaza. El actor -relato increíble- se escapaba del cine Sud para charlar con los duendes del lugar. La dama no ocultaba su emoción al recordar que el galán italiano una mañana la invitó a desayunar en La Madrileña y le declaró su amor. Por supuesto, las fotos de ese encuentro- siempre según Zoumolou- existen, aunque en la placa solo puede verse a Mabel sentada frente a frente con una figura cristalina que parece tomar un café.

Un delirio que, de no mediar la distancia y el tiempo, bien pudo haber inspirado a Joan Manuel Serrat a escribir su canción Los fantasmas del Roxi..

Quinto caso. Andrés Travaglia, remisero amante del cine argentino, en un libro donde narra sus memorias, también habla de los espectros de la Plaza Roca.

Cuenta que, en el caluroso verano del 79, por la noche, “luego de ver la película La Mary en el cine Ocean, me detuve en la parada de ómnibus y de pronto, en la fuente pequeña, vi cómo se bañaba Susana Giménez totalmente desnuda. Yo era fotógrafo free lance, tenía la máquina preparada y saqué tres fotos de la diva, pero cuando salieron a la luz, la dictadura me las secuestró, lo consideró material pornográfico. Una verdadera locura”, enfatiza.

Sexto caso. Más cercano en el tiempo, el empresario apellidado Saraza, evoca su experiencia del año noventa: Regresaba de una charla sobre los pueblos originarios en el salón de actos del Banco Nación, dice, y puntualiza que luego de los cócteles de rigor recorrió la plaza desierta.

“Era de madrugada, recuerda, y antes de cruzar hacia la Iglesia Catedral, en medio de un silencio atroz, se me apareció un personaje extraño, era un indio joven, un ranquel que me pidió que no lo abandonáramos. A veces pienso que ese es el origen por el cual quiero que la Plaza deje de llamarse Roca”, sugiere Saraza a Telediario.

Séptimo caso. Uno de los mellizos de la emblemática familia alpacorralense Echenique, criado en los campos cercanos a la hermosa villa serrana, asevera que los fantasmas, los espectros o aparecidos, como se los quiera denominar, siempre han existido. No es extraño, enfatiza, la plaza Roca está superpoblada de ánimas que no pueden descansar en paz. Hay que recordar que en ese espacio estaba el palo mayor donde se sacrificaba a los aborígenes y a los infieles.

Octavo caso. Hay un dato cercano y certero, la foto que capturó imprevistamente Leticia Smith, modelo y locutora hace pocos años. Sirve para que los escépticos dejen de serlo. La imagen de una niña, con un vestido corto, parece bailar detrás del objetivo plasmado en el primer plano. Esa toma se hizo a las seis de la tarde y aunque tiene contornos muy marcados, el cuerpo de la supuesta niña no alcanza a materializarse con contundencia. Leticia afirma que, en ese momento, a esa hora y en ese lugar, sólo estaban ella y su novio.

Noveno caso. Para el final, un poeta de la calle Ituzaingó, integrante de Los Inquietos del Buena Vista, manifiesta que en la plaza Roca, los domingos por la tarde, debajo de uno de los árboles más frondosos, suele sentarse sobre el césped –por entonces los espacios verdes de allí no estaban cercados- una mujer de cabellos negros lacios, con ojos de pantera y pechos de celofán. El hombre no duda que es el espíritu de una joven que murió de amor en los años sesenta. Puede que la versión sea cierta, pero ocurre lo de siempre, nadie cree a los poetas.

La casa embrujada

El artículo bien podría titularse ‘De comprar un inmueble abandonado a vivir aventuras paranormales’. (En el número 301 del Sureño XXI escribí acerca de una casona en calle Las Heras, donde no obstante estar abandonada, por las noches se escuchaba un piano).

Al parecer, tiempo después compró esta propiedad un joven y manifestó que la casa estaba embrujada. Su historia se volvió viral en las redes sociales. En diálogo con Telenoche, el dueño reveló lo que esconde la vivienda que atrae a curiosos y amantes del terror.

Cristian adquirió la casa en 2022 a un precio muy accesible y en plena refacción se topó con una puerta secreta. Se trataba del ingreso a una habitación con objetos antiguos. Entre ellos, un libro con el nombre Adelina Zárate, la antigua dueña del inmueble.

El extraño hallazgo fue solo el principio de una serie de acontecimientos espeluznantes: desde un ente enmascarado que deambula hasta un piano que suena solo. Indagando con los vecinos Cristian se enteró que Adelina utilizaba una máscara porque tenía la cara quemada, lo que despertó la teoría de que la presencia misteriosa podría ser ella.

Luego de esto el joven encontró un diario íntimo de la expropietaria. En esas páginas la perturbada mujer contó que su marido la envenenaba. De ponto la terrorífica morada se transformó en el escenario de un posible crimen. Atemorizado Cristian consultó con una médium, quien le afirmó que debía ayudar a esta mujer a contar sus tristes memorias.

Tras los relatos del valiente joven en su cuenta de Instagram, la casa pareciera haber entrado en calma. Sin embargo, decidió mudarse a la construcción del fondo para estar más tranquilo y priorizar su salud mental. “Espero poder vivir un tiempo en paz”, anheló.

Esta historia que capturó la atención de usuarios en todo el mundo fue subida como video en TikTok por el influencer conocido como «Crixaliz». El joven filmó un supuesto fantasma tocando el piano en su comedor, desatando un revuelo de especulaciones y teorías sobre presencias paranormales.

En el video, el dueño del piano mostró cómo las teclas del piano bajaban y sonaban sin que nadie estuviera cerca. El suceso desconcertante generó miles de visualizaciones y comentarios, llevando a los espectadores a preguntarse qué estaba sucediendo en la vivienda del influencer. Incluso, algunos usuarios compartieron consejos para lidiar con este tipo de «presencias» sobrenaturales como limpias o asistencia de “brujas”.

Sin embargo, en un segundo video, el tiktoker, advertido por un seguidor, decidió revelar la verdad detrás del supuesto fenómeno paranormal. Aclaró que no se trataba de un fantasma, sino de algo aún más inesperado. Así fue que mostró a su audiencia una rata que se había colado entre las cuerdas del piano, y con su movimiento, provocaba los sonidos que se escucharon en la primera filmación.

Qué hay de cierto y qué de fantasía sobre los espectros de la Plaza Roca y tantos otros lugares, no lo sabemos, pero que los hay, los hay.