Culturales
“En un mundo cada vez más automatizado, creo que la música experimental será clave para recuperar lo humano”

Bruno Volonté considera a la música experimental como una práctica liberadora, un viaje hacia lo incierto y desconocido. En esta entrevista habla sobre su proceso creativo, referentes y su proyecto actual Harmonic Horizons of Elemental Sessions, donde une paisajes naturales y arte sonoro

Bruno Aguirre Volonté (35), conocido también como Cadete Sideral, encontró en la música experimental no solo un estilo sino una forma de habitar el mundo. “En mi caso, considero que es una forma de desprogramar el oído y el cuerpo, de abrir nuevos espacios de percepción frente a un mundo cada vez más regulado por algoritmos, métricas y repeticiones vacías”, expresa.

Para él, la música experimental no apunta a agradar, ni encajar, sino a abrir grietas en la percepción, a provocar. “Mientras otros géneros muchas veces se basan en estructuras conocidas —estrofa, estribillo, armonía tradicional—, lo experimental desafía esa lógica y propone un viaje sonoro donde lo incierto, lo ambiguo y lo desconocido tienen lugar”, explica.

– ¿Por qué Cadete Sideral? ¿Qué significado tiene?

– El Cadete Sideral nace de un instante espontáneo, casi como un rayo de sincronía. Estábamos con un grupo de amigos que compartíamos prácticas holísticas, dábamos abrazos gratis en las plazas, generábamos encuentros desde el amor, desde la presencia real. Una tarde, llegué a la casa donde nos juntábamos, toqué el timbre y cuando preguntaron “¿quién es?”, respondí sin pensar: “Soy… el Cadete Sideral”. Se rieron y entré. Pero quedó.

Con el tiempo entendí que esa chispa nombraba algo esencial en mí: soy un vehículo del espíritu, del cosmos, del espacio más allá de lo aparente. Me siento canal, mensajero. Lo que hago, especialmente con la música, es transmitir desde otro plano, uno donde la sensibilidad y la energía están por encima de la lógica o la forma. En los recitales, muchas veces, lo que más conmueve no es la canción sino el encuentro humano sin defensas: piel con piel, calor con calor, presencia verdadera. Ahí desaparece el control y aparece lo real. Y eso es revolucionario.

– ¿Por qué decidiste dedicarte a la composición y producción de este tipo de música?

– Porque lo necesito para estar cuerdo en un mundo que muchas veces me parece profundamente enfermo. Vivimos en una sociedad donde el control es sutil pero constante: redes sociales que moldean tu deseo, discursos que deciden qué es normal, pantallas que administran tu atención.

Mi música es una respuesta a eso. Es un espacio donde puedo respirar sin que me miren desde un panóptico. Donde puedo llorar, gritar, flotar o desaparecer sin que me evalúen. Es mi zona liberada. Y al compartirla, quiero que otros también encuentren la suya.

– ¿Hay algún artista o compositor que haya marcado tu forma de entender este tipo de música?

– Sí, muchos. Me marcó profundamente, durante los últimos tiempos Stephan Bodzin y Daft Punk, como así también The Do y Parcels, por esa fusión entre lo electrónico y lo emocional, esa vibración constante que te lleva a un trance sin tener que decir nada. También Giorgio Moroder, la música reggae y dub, el pop, la música dance, los kicks y tops del Trap moderno. Cada uno a su manera abrió grietas en la realidad.

También me inspira la gente anónima, los sonidos del campo, los ruidos de la ciudad cuando se calla, el viento en la cara después de una tormenta. Mi aprendizaje no vino sólo de artistas, sino de prestar atención a la naturaleza, estar presente es una buena virtud para sentir y desarrollar, sobre todo en la música.

– ¿Cuáles son los principales desafíos de la música experimental?

– El primer desafío es interno: animarse a soltar el juicio, el perfeccionismo, la necesidad de aprobación. Lo experimental exige vulnerabilidad. No sabés si va a gustar, si va a funcionar, si alguien lo va a entender. Pero si no lo hacés, te ahogás. Así empecé solo escribiendo letras con melodías y armonías en guitarra y piano. No temblé nunca ante la crítica ofensiva.

El segundo desafío es externo: un mercado que te quiere formateado. Que mide tus “reproducciones” y no tu impacto emocional. Que promueve una estética superficial, individualista, repetitiva. Hacer música experimental en este contexto es casi un acto de rebeldía espiritual.

– ¿Cómo es tu proceso creativo?

– Me interesa que el sonido tenga una intención. Que no sea sólo técnica sino vibración con propósito. Por eso también investigo escalas, tonos y modos con propiedades energéticas o emocionales específicas. A veces elijo un modo lidio o un ritmo ternario porque siento que abre una puerta emocional distinta. En ciertas ocasiones compongo desde el cuerpo, bailando; otras desde el silencio, un sueño o una melodía tarareada con mi hijo.

– Actualmente está trabajando en un Proyecto denominado ‘Harmonic Horizons of Elemental Sessions’, ¿qué nos podés contar acerca de esto?

– Harmonic Horizons of Elemental Sessions es una travesía sonora, visual y espiritual por los paisajes de la Argentina. Cada sesión se basa en una composición o improvisación musical original, grabada en entorno natural, mezclando instrumentos electrónicos y acústicos ancestrales, con registros en video que documentan tanto la performance como el paisaje y la experiencia humana. La idea es unir mundos, conectar territorios.

– Para cerrar, ¿cómo te imaginás el futuro de la música experimental?

– En un mundo cada vez más automatizado, creo que la música experimental será clave para recuperar lo humano. No como nostalgia, sino como semilla de futuro. Lo experimental va a seguir creciendo, porque responde a un deseo profundo de libertad, de verdad, de exploración.

Imagino conciertos donde no haya un escenario sino un campo abierto. Donde el público sea parte activa. Donde se mezclen artes, terapias, tecnologías libres y naturaleza. Espacios donde no se consuma música: se viva.

IG: @cadetesideral