Nota de tapa
Bordar un Jardín

Con una nutrida concurrencia y un clima de profunda emoción compartida, se inauguró en la ciudad la muestra “Bordar un jardín”, una exposición colectiva que reúne a más de treinta artistas que, a través del bordado, interpretan los poemas del libro Lengua vegetal de la escritora Paz Herón Ruiz.

La muestra fue concebida por María Teresa Gentile, con curaduría de Federico Alonso y textos de sala a cargo de Nora Vincenti. Las obras exhibidas –bordadas con técnicas diversas y una expresividad notable– dialogan con la poesía desde lo visual, lo simbólico y lo táctil, proponiendo una experiencia sensorial que conmueve.

Durante la apertura, se destacó el carácter colectivo del proyecto y su apuesta por resignificar el bordado como lenguaje artístico y social. La curaduría ofrece un recorrido envolvente, que invita al espectador a detenerse, observar, leer con la mirada y tocar (con los ojos) el ritmo silencioso de cada puntada.

“Bordar en grupo es también un modo de encontrarnos”, se expresó durante la presentación. Y ese espíritu se hizo palpable en cada rincón de la muestra, donde las obras no solo interpretan poemas, sino que entretejen vivencias, emociones y una fuerte presencia de lo femenino, lo ancestral y lo comunitario.

La exposición permanecerá abierta al público durante las próximas semanas, ofreciendo una oportunidad única para descubrir cómo el bordado –ese gesto milenario de hilo y aguja– se transforma en voz colectiva.

Cuando la aguja abre caminos a lo colectivo

En un mundo en constante mutación, donde el arte se replantea a sí mismo, “Bordar un jardín” irrumpe como una propuesta que entrelaza memoria, cuerpo y palabra. El bordado, tradicionalmente relegado al ámbito doméstico y femenino, adquiere aquí una dimensión colectiva y expansiva: se vuelve acto político, ritual íntimo y lenguaje visual.

Inspiradas por el poemario Lengua vegetal de Paz Herón Ruiz, más de 30 artistas traducen la poesía en hilos, texturas y silencios bordados. Cada obra es una interpretación sensible y única, pero también un eco de las demás: como las plantas de un jardín, dialogan, se entrelazan y florecen juntas.

La curaduría de Federico Alonso propone un recorrido que respeta el ritmo contemplativo del bordado, mientras que el texto de Nora Vincenti nos introduce a una lectura profunda sobre el gesto y su resonancia simbólica. María Teresa Gentile, ideadora y coordinadora del proyecto, articula las voluntades de un grupo diverso que encuentra en el hacer manual una forma de comunión, de sanación y de resistencia.

Aquí, el bordado ya no es adorno: es lenguaje que abraza, que denuncia, que siembra. En esta muestra, las palabras crecen sobre tela, y el jardín que brota es humano, plural y profundamente poético.