Por Alberto Sánchez

El primer palacio de la ciudad

Tiempo atrás, se abrieron las puertas de los viejos tribunales para cobijar propuestas culturales, tal cual se había establecido en el acuerdo de cesión del inmueble a la Municipalidad por parte del gobierno provincial.

En su interior quedaban sepultadas definitivamente las sentencias, algunas severísimas, otras muy benignas; los desencantos de las víctimas de fallos judiciales equivocados, la alegría de una madre a cuyo hijo el juez liberó de toda culpa y cargo, en fin…

El imponente edificio de Alvear al 600 –data de 1919- ya no será mudo testigo de aciertos y errores, risas y llantos. Ahora disfrutará plácidamente las mieles musicales, piezas teatrales, exposiciones artísticas y todas las bellezas que conlleva el arte.

Sin embargo, me parece atinado dar un vistazo a la historia judicial que, jurisdiccionalmente, se extendió a los departamentos Río Cuarto, General Roca y Juárez Celman. Leí al respecto artículos escritos por los historiadores Omar Isaguirre y Eduardo Tyrrell y una nota del colega Nicolás Cheetham publicada en diario Puntal.

Los tres coinciden en que la actividad arrancó en el siglo XIX, denotando desde su comienzo una creciente importancia, en tanto descollaron en los tribunales relevantes figuras, cuyos nombres se inscriben en la historia misma de la ciudad. 

Veamos. El Primer Juzgado en lo Civil y Comercial fue ejercido desde 1887 por Pedro Nolasco Pizarro, actuando como secretario el escribano Eustaquio Arguello. 

A su vez, el primer Juzgado del Crimen nació en el mismo año y estuvo a cargo de Dermidio Ocampo, con la secretaría de Juan Rodríguez; el Juzgado en lo Civil y Comercial de Segunda Nominación se creó en 1912, siendo Silvano Funes su primer titular y José Roberts y Ricardo Velazco, los secretarios. 

En tanto, el Juzgado del Crimen de Segunda Nominación irrumpió en 1916, confiándose la titularidad del mismo a Abraham Ruiz y a Arturo César y Carlos Maidana en calidad de secretarios.

Isaguirre, director del Archivo Histórico Municipal, recordó que antes de la inauguración del edificio, los franciscanos construyeron frente a la iglesia una plaza que hoy por hoy se conserva parcialmente, donde se levantó el primer monumento de la ciudad con la imagen de la Inmaculada Concepción.

“La plazoleta de al lado del edificio tenía rejas. Los sacerdotes armaron una fuente con mayólica traída de Sevilla, que llegaba a la mitad de la cuadra por Deán Funes. Era preciosa y de paso para la gente. Después, en 1972, se la destruyó y se construyó el edificio anexo, que se inauguró en 1974. Otro dato interesante es que el de Tribunales fue el primer edificio público de Río Cuarto en alcanzar el grado de palacio”, enfatizó.

A todo esto, el superintendente de los Tribunales, Carlos González Castellanos, destacó a Puntal que el edificio original fue pionero en todo el territorio provincial. 

“El de Río Cuarto fue el primer edificio propio que se hizo en la provincia de Córdoba para la Justicia. Después, en 1936, se construyó el de los Tribunales ubicados en Duarte Quirós y Arturo M. Bas, en la capital. Fue un avance muy importante para la época. Es un inmueble que tiene más de 6 mil metros cuadrados. Cuenta con subsuelo, planta baja y un primer piso”, subrayó el juez. 

Por entonces, González Castellanos anticipaba que una vez completada la mudanza al edificio de Balcarce 406, el viejo palacio sería totalmente conservado “ya que se trata de una construcción histórica que le pertenece al Tribunal Superior de Justicia”. 

“Se lo va a conservar y a restaurar. Habrá despachos con los muebles de la época. Es decir, van a quedar algunas salas para hacer referencia a la historia, al estilo de un espacio cultural. Va a haber una refacción porque van a funcionar las áreas de Mediación, Policía Científica, parte de Lucha Contra el Narcotráfico y algunas otras como Protección de Testigos”, puntualizó.

Arrancaba agosto de 2019 y el magistrado comentó que también se contaría con un Archivo y Biblioteca. Tras la feria, efectivamente comenzó el traslado al edificio de la costanera de tres asesorías letradas, las dos cámaras del crimen y todos los equipos técnicos.

Arquitectura 

En otro orden, la arquitecta María Teresa Gentile de Storani, consultada  por Cheetham, se refirió al aspecto arquitectónico. La reconocida profesional explicó a Puntal que se trata de una construcción con características del estilo neoclásico.  

“Es un edificio que tomó, dijo marité, parámetros de la arquitectura clásica combinándolos de diferentes maneras para alcanzar una construcción adecuada a las necesidades de las actividades que se iban a desarrollar”.

“Al ser destinado a la Justicia, añadió, se apeló a un tipo paradigmático; entonces, podemos decir que es una propiedad de planta simétrica. De frente, es como un cuadrado. Tiene elementos de la arquitectura clásica como arcos, columnas y molduras. Si bien está muy bien decorado, es austero. Es decir, responde más al Renacimiento que al barroco o al rococó”, manifestó Gentile. 

Trazando un paralelismo, para la arquitecta “el Palacio Municipal está mejor conservado, porque es el único que se puede ver desde los cuatro costados ya que no ha tenido ninguna implantación cercana. Y en el caso del edificio de Tribunales, se ha construido dentro de la plazoleta que está al lado, ante la necesidad de contar con más oficinas.” 

Al preguntársele si el estilo era común en aquel tiempo en la Argentina, sostuvo que sí, “era muy usual para los edificios públicos”. 

Finalmente, Gentile abogó por la restauración de la propiedad, “porque hace a la memoria histórica de los riocuartenses, tanto por su arquitectura como por lo que significa su historia. Se ubica dentro de una calle (Alvear) que tiene muchas cosas por preservar, como la iglesia San Francisco, el Museo Histórico Regional, la casa de la familia Alonso y la de los Jorba.”

En ese sentido, acoto, cabe reconocer que la sala central del inmueble de la familia Jorba –hoy Octavia- y otras dependencias, donde se asientan algunos comercios, posibilitó una prolija remodelación que merece el reconocimiento.

Algo similar ocurre con la enorme casona de los Alonso, ahora perteneciente a los Sorondo Ovando -Alvear al 500- que se halla en un excelente estado de conservación. Y la Municipalidad, por su parte, lleva a cabo periódicos trabajos de mantenimiento en lo que fue la Comandancia de Fronteras, hoy Museo.